El Cine de Terror Post 11-S


   



Para realizar este ensayo se parte de la base de que el cine de terror muestra los miedos y temores de la sociedad en que vivimos. Por eso creemos que el cine de terror se ha visto afectado por los sucesos del 11-S, y se pretende descubrir de qué manera este género cinematográfico muestra los miedos que han arraigado en la sociedad desde el 2001. Para conseguir esto, primero vamos a ver de qué formas el cine de terror ha mostrado de manera indirecta en otras ocasiones los miedos de la sociedad. También vamos a explicar qué fue lo que el 11-S desencadenó a nivel mundial, centrándonos en el terror que se vivió en occidente. Una vez tengamos esta base creada veremos cómo diversas películas y diversos subgéneros del terror han ido plasmando los miedos de occidente y qué tendencias han surgido a raíz de ello.


El cine de terror y la sociedad: el 11-S


En la mañana del 11 de septiembre del 2001, cuatro aviones de pasajeros partieron de los aeropuertos de Boston, Dulles-Washington y Newmark, New Jersey. Nunca legaron a su destino. A las 8:45 a.m. (2:45 p.m. hora española), el primer avión (el vuelo 11 de American Airlines) se estrelló contra la Torre Norte del World Trade Center de New York. Dieciocho minutos después, a las 9:03 a.m. (3:05 p.m. hora española), el segundo avión (175 de United Airlines) se estrella contra la Torre Sur. Este segundo impacto fue retransmitido en directo en todo el mundo, ya que muchas cadenas de televisión estaban atentas a lo que ocurría con la Torre Norte, donde había un gran incendio. El tercer avión (el American Airlines 77) impactó en el lado oeste del Pentágono provocando un gran incendio. Por último, el cuarto avión (el United Airlines 93) cayó en campo abierto en Shanksville (Pensilvania) a las 10:03 a.m. Años después se determinó que los pasajeros se habían sublevado y habían provocado el estrello del avión al darse cuenta de que era una misión suicida, este último avión se supone que se dirigía hacia el Capitolio en Washington DC, sede del Congreso y del Senado de los Estados Unidos.


Todo el mundo recuerda qué estaba haciendo cuando ocurrieron los atentados del 11-S. Es algo que se ha incrustado en el imaginario colectivo de forma permanente. Nadie ha olvidado el gran shock que se vivió el 11 de septiembre del 2001 ante el televisor, como ya se ha comentado antes, los telediarios mostraron en riguroso directo el ataque terrorista, la desesperación de la gente atrapada en las Torres Gemelas, el desplome de ambos rascacielos … Este atentado se globalizó al haberse retransmitido en directo por la televisión. Resulta muy complicado asimilar unos hechos tan traumáticos que crearon un clima de pesadilla en la historia.


La reacción fue global, esta catástrofe se vivió con miedo, estupor, incredulidad, pero, sobre todo, con sorpresa. El atentado sorprendía por su naturaleza apocalíptica, pero realmente no era la primera vez que se veían imágenes similares, solo que siempre se habían visto a través del cine. Hollywood ya había creado imágenes como las que se vieron en directo, lo que ocurrió aquel 11 de septiembre fue que se desdibujó la línea entre la ficción cinematográfica y la realidad: ahora la ficción se hacía realidad. Pero tampoco hay que olvidad que las imágenes mostradas en la televisión de algún modo ya estaban condicionadas por el bagaje cinematográfico de los 90, desde la forma de transmitir los hechos hasta la forma de percibirlo por la gente. En los noventa nos encontramos con el cine de desastres donde el motor principal de la historia son grandes catástrofes, como es el caso de Twister (Jan de Bont, 1996), Godzilla (Roland Emmerich, 1998) o Mars Attacks (Tim Burton, 1996).


Tal y como dice la periodista española Ana Pastor: "El siglo XXI nació sin anestesia. Con una crudeza y brutalidad inimaginables para Occidente. La realidad se presentó en directo y sin aviso previo. Millones de personas en todo el mundo pudieron presenciar en directo el mayor ataque de la historia a los Estados Unidos. Por primera vez, los periodistas no fuimos necesarios como intermediarios, porque los hechos se sucedieron a la vista de todos, a través de pantallas de televisión. (…) Hasta ese día solo la imaginación del hombre había podido llegar tan lejos. De pronto, esa imaginación se convertía en pesadilla".


Como pasa siempre después de un suceso traumático, la sociedad y el mundo cambia. Estamos hablando de la creación de una memoria social que emplea recursos emocionales, cognitivos y físicos para construir una actualización socialmente compartida de eventos pasados. Debido a esto el cine ha resultado ser el medio más rotundo a la hora de canalizar todo lo vivido aquel día mediante la reconstrucción de los sucesos para establecer vínculos iconográficos, narrativos e incluso ideológicos.


Pero, ¿por qué el cine de horror es el género más indicado? Al fin y al cabo, las películas de terror muestran de una u otra forma un retrato de la sociedad misma y de las personas que viven en ella. Es como poner un espejo y ver reflejado todo aquello que queremos mantener en las sombras del mundo en que vivimos. Es por eso que a veces, el cine de terror ha sufrido censura o la presión moralista por parte de determinados sectores. Pero esto no es la primera vez que ocurre, durante la Guerra Fría el auge de los thrillers de espías no fue casual; o durante la Second Red Scare, donde se fomentó el pánico a todo lo comunista y soviético, a todo lo extranjero, fue en esta época donde se dio el auge de las películas de ciencia ficción sobre invasiones extraterrestres (sobre todo de los alienígenas que venían de Marte, el Planeta Rojo), de monstruos deformes y gigantescos (como consecuencia de las pruebas atómicas) o historias sobre la suplantación de la personalidad. También encontramos el llamado American Gothic (situado en los años sesenta), que plasma los sentimientos surgidos a raíz del Watergate, la Guerra de Vietnam o el movimiento hippie.


El cine de horror en general, y, en especial, el norteamericano, post 11-S se convierte en la representación de los miedos de un trauma imborrable. Pero esto no ha de ser visto desde una perspectiva negativa, se puede llegar a decir que el cine de terror post 11-S tiene propiedades terapéuticas, como en su momento lo tuvo el cine de terror de Universal Pictures respecto a la gran Depresión (1929-1942). En cierto sentido se ha llegado a decir que el cine de horror post 11-S es: "un duelo de naturaleza patológica donde cada espectador se considera culpable de la muerte ocurrida, la niega (…) Un duelo que le empuja a recordar mediante sombrías simbolizaciones narrativas y escenas de violencia, de mutilación, de maldad sin sentido, las impresiones vividas aquel día, estremeciéndose de nuevo, y de este modo, fortalecerse, consolarse". Con todo esto podemos llegar a la conclusión de que lo real existe únicamente en nuestra mente y no fuera de ella, es decir, el cine de horror nos replantea nuestra concepción de realidad, incluso llegando a rehacerla.


También podemos decir que como el cine de terror post 11-S ahonda en los miedos de la sociedad contemporánea creados a partir de aquellos sucesos, también explica, de forma más indirecta la historia del miedo en América. Con esto se hace más tangible el hecho de que el cine de horror ponga cara a cara al individuo y a su sociedad, por lo que cada película estará ligada al tiempo histórico en que ha sido creada, por eso el cine de horror es tan cambiante, ya que cambia según los miedos de los espectadores.


El cine de horror post 11-S como catarsis


El cine de horror se caracteriza por una visión sombría y nihilista del mundo. Esto sale a relucir sobre todo en momentos de crisis (tanto política, económica o social) donde la sensación de falsa seguridad se desvanece, la sensación de control se evapora y se hace perfectamente visible la fealdad de la vida que nos rodea. Lo que el cine de horror hace es iluminar las sombras, iluminar aquello que sabemos que está, pero que preferimos que se quede en las tinieblas, nos descubre lo que hay escondido. Puede, incluso, que llegue a confrontarnos con nosotros mismos, ya que cuando se nos ilumina (con el horror) lo que está en las sombras descubrimos que no somo como creemos. Es más, el cine de horror empuja al espectador a investigar sus fronteras de tolerancia respecto a la maldad o la violencia empleando el descubrimiento. Instintivamente nos vamos sintiendo atraídos por los monstruos y por todo aquello terrorífico que se nos muestra, ya que se hace de forma apolínea.


El cine de horror actúa directamente en el inconsciente, y es gracias a eso, que consigue ayudar a los espectadores a batallar con sus angustias. Lo que este género consigue es que pongamos nuestros propios miedos en la pantalla, son miedos que tenemos dentro y puede que no seamos conscientes de ellos, pero que al no ser capaces de enfrentarnos directamente a ellos los plasmemos en el cine. En el cine de horror el enfrentamiento entre lo real y lo imaginario llega a su fin. Según lo que Sigmund Freud demostró en su psicoanálisis los niños inventan juegos en torno a situaciones que para ellos son terroríficas con el objetivo de controlarlas. Por lo que, partiendo de esto, el cine de horror lo que permite es primero, una regresión a la infancia y jugar con lo que más tememos, y segundo, que nuestros miedos internos se conviertan en algo público y social, y así haciendo entender al espectador que no es el único que tiene esos miedos. Pero realmente este proceso es único y subjetivo, casi equiparable a la mente humana.


Sabemos que la experiencia del horror es fisiológica, ya que hace reaccionar a nuestro cuerpo ante un peligro (real o imaginario). Tiene mucho que ver con la repulsión innata que tenemos hacia una violencia desmesurada y sin sentido. Pero nuestro horror es total cuando la víctima está totalmente indefensa, al igual que lo está el espectador cuando está sentado en la butaca del cine o en el sofá de su casa, pero esta vulnerabilidad e inmovilidad ha sido voluntaria, el espectador reproduce, de manera inconsciente, la actitud de la víctima del horror, el cuerpo reacciona bloqueándose y así impidiendo cualquier tipo de huida. También es muy común identificarse con el personaje que grita horrorizado sin poder huir de su muerto o de la tortura.


Realmente en el cine de horror predomina aquello obsceno. La palabra obsceno procede del latín obscenus y significa aquello que queda fuera de la escena, teniendo esto en cuenta podemos ver que lo obsceno es innato al horror: lo que no se debe ver se muestra, aquello inimaginable se representa. En los atentados del 11-S aquello inimaginable se hizo realidad, se hizo visible, esta es una de las razones por las que el cine de horror es capaz de reflejar tan bien un trauma de este calibre. <<El cine de horror, como arte perverso, trabaja cultural y hermenéuticamente en los contenidos “fuera de cuadro” que articulan ocultamente cada película. Lo que en este sentido caracteriza al cine de horror post 11-S es el pensamiento nihilista, donde la existencia humana no tiene ningún valor o propósito, así se sustituye el leitmotiv de querer controlar nuestro mundo por el de la violencia sin sentido, la tortura y el tono postapocalíptico. Lo que logra el cine de horror es enfrentarnos a nuestros temores ocasionados por el 11-S de una forma muy visceral y apocalíptica, nos obliga a ver cara a cara la realidad traumática que hemos vivido.


El cine de horror post 11-S


La ausencia de seguridad, el pesimismo que originaron los atentados, la nueva visión nihilista de la vida, etc. se plasma en la pantalla en forma de desenlaces oscuros y tristes, finales donde el sistema, el establishment es incapaz de neutralizar las amenazas, y donde descubrimos que la muerte no es siempre lo peor. Con esto se implanta la negación de la catarsis, la imposibilidad de derrotar al monstruo. Encontramos que ya no existen figurar de autoridad que nos puedan proteger: no hay Dios, no hay policía, ni militares o pelíticos que resuelvan la situación; dejando a los supervivientes dañados psicológicamente debido a la experiencia vivida.


Una situación arquetípica del cine de horror post 11-S es resguardarse en el hogar. Existe un horror agorafóbico que percibe el mundo como un lugar repleto de amenazas. Puede que el derrumbamiento del World Trade Center quede lejos, pero el sentimiento de inseguridad sigue muy presente. El hogar se convierte en el único refugio cuando la desconfianza en el otro, en los extraños, en los extranjeros cobra fuerza. Lo familiar se convierte en sinónimo de seguridad, pero como ya hemos comentado, está en auge la negación de la catarsis, por lo que los filmes donde lo familiar es violado están cobrando mucha fuerza: nos encontramos con las películas de invasión doméstica. Ya pueden ser intrusos de carne y hueso como en The Strangers (Bryan Bertino, 2008) o Us (Jordan Peele, 2019). O bien, fantasmas y demonios los que allanan el hogar como es el caso de The Conjuring (The Warren Files) (James Wan, 2013) o Insidious (James Wan, 2010). En estas películas el hogar deja de ser segura, tu casa ya no es tuya (como referencia a la crisis inmobiliaria y económica vivida) e incluso puedes llegar a perder el control sobre tu cuerpo cuando entran en juego las posesiones diabólicas.


Relacionado con el cuerpo también encontramos el llamado torture porn, este término se acuñó por primera vez por el crítico norteamericano David Edelstein para el film Saw (James Wan, 2004), se refiere a esas películas que basan prácticamente toda su narrativa en recrearse en la violencia y ensañamiento sobre una o varias víctimas, mostrándolo de forma bastante obscena. Este tipo de películas plantean interrogantes sobre lo que significa ser americano hoy en día y sobre el destino al que se llega cuando nos sentimos por encima del bien y del mal. se traspasan los límites de la crueldad entre seres humanos. Hostel (Eli Roth, 2005) es un claro ejemplo de cuestionarse qué significa ser norteamericano en la sociedad actual, Saw sería también en excelente ejemplo de lo que ocurre cuando alguien cree estar por encima del bien y del mal.


Las repercusiones económicas del atentado, se reflejan en el cine de horror, como ejemplifica la temática de casas encantadas, cuyos protagonistas "suelen ser jóvenes de clase media con sueños de prosperidad o familias que quieren mejorar sus condiciones que se han comprado algo que está podrido, en este caso no es una casa con una hipoteca subprime sino una llena de fantasmas".


Dentro de este papel también se podría englobar la crítica al miedo a la diferencia, donde los monstruos son la encarnación, y acaban siendo la representación de todo aquello que no sigue la norma. Los monstruos del 11-S son muy diversos, básicamente lo que representan es el miedo al extraño, esto trasladado al miedo del 11-S son las comunidades musulmanas que viven en los EEUU o a los países extranjeros donde no hay ningún vínculo cultural. Lo que los monstruos del cine de horror hacen es poner en la pantalla, de manera simbólica y/o metafórica todos estos miedos colectivos y personales que la gente tiene respecto a los extranjeros. Pero no todos los monstruos post 11-S son extranjeros, también hay monstruos norteamericanos como podrían ser aquellos que viven en comunidades aisladas y remotas de los EEUU, como sucede en The Hills Have Eyes (Alexandre Aja, 2006).


A parte de esta nueva forma de entender a los monstruos, en cine de horror post 11-S ha encontrado en el found footage una forma efectiva de acercarse a al realidad. Hay una clara relación entre la forma en que se difundieron las imágenes del 11 de septiembre con este subgénero (no solo los canales de televisión difundieron imágenes, las grabaciones de los ahí presentes también cobran importancia vital). "La realidad estaba siendo captada de una manera no profesional e inmediata (…) de ahí la idea de que el cine found footage y el mockumentary nos está revelando una verdad oculta".


Iconografía del cine de horror post 11-S


Esta se ha centrado básicamente en encontrar los miedos innatos y en las ansiedades reminiscentes del trauma con la finalidad de sobrecogernos, puede que se empleen imágenes más o menos metafóricas o a través de evocaciones. Un claro ejemplo serían los créditos de Dawn of the dead (Zack Snyder, 2004) donde se insertan breves planos donde se muestran a una multitud de musulmanes rezando en el interior de una mezquita, combinándolo con planos de cuerpos carbonizados, zombis y combates callejeros. Otro ejemplo de imagen alegórica lo encontramos en The Happening (Night M. Shyamalan, 2008) donde en un plano contrapicado se muestran unos cuantos obreros lanzándose al vacío desde lo alto de un edificio en construcción. Esto se puede relacionar de manera directa con lo sucedido durante el incendio del World Trade Center: mucha gente acorralada por el incendio y presa del pánico y la desesperación se arrojó por las ventanas del edificio. La fotografía The Falling Man tomada por Richard Drew es un icono de los atentados.8 El póster norteamericano de Cloverfield (Matt Reeves,2008) también está lleno de referencias al 11-S: la Estatua de la Libertad está decapitada, el sur de Manhattan (donde estaba el World Trade Center) está destruido y en llamas, además, también encontramos la frase “algo nos ha encontrado”.


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