Casa en Flames o la decadencia de la burguesía catalana




Desde que vi Barcelona: Nit d'Estiu y Barcelona: Nit d'Hivern, he disfrutado siempre mucho las películas dirigidas por Dani de la Orden. Son películas fáciles de disfrutar, divertidas, ligeras y bien dirigidas. Aunque los finales son previsibles en gran parte de su filmografía, siempre están muy bien ejecutados y dejan un buen sabor de boca al salir de la sala de cine.

Con Casa en Flames, Dani de la Orden da un paso más allá y consigue salir de su zona de confort. Deja atrás la comedia más "pop" y la tragicomedia convencional para traernos una película con un humor más negro y un guion más inteligente. Aunque no se desprende de un reparto coral, consigue dirigir a toda una familia a través una mudanza con más elegancia que en sus demás obras. Toni Carrizosa, productor de Casa en Flames, ha comentado que esta producción es "la más madura y compleja" de Dani de la Orden hasta la fecha.

Cabe destacar que pese a solo llevarse tres estatuillas en los Premios Gaudí (Mejor Guion Original para Eduard Sola, Mejor Actriz Protagonista para Emma Vilarasau y Mejor Actor Secundario para Enric Auquer), muy por detrás de El 47 con ocho estatuillas, es la película más taquillera en Cataluña este 2024.

Casa en Flames se centra en lo que se podría denominar como la típica familia burguesa catalana en decadencia. Montse, una mujer de 60 años, decide reunir a su familia en su casa de Cadaqués para pasar un fin de semana juntos. Separada desde hace años y con unos hijos que apenas le dedican atención, Montse ve en este encuentro una oportunidad para reconectar con ellos.

Durante la cena, la novia de Carlos (exmarido de Montse), propone un juego que ella usa en sus terapias. Los demás personajes deben cerrar los ojos e imaginar su lugar favorito siendo incendiado, haciendo un foreshadowing clarísimo al final de la película. También deben de imaginar quién vendría a salvarlos. Este pequeño juego desata todas las tensiones familiares a flor de piel y da pistoletazo al segundo acto.

Poco a poco, todos los personajes empiezan a mostrar quiénes son en realidad y a destapar tensiones entre ellos. Carlos, interpretado por Alberto San Juan, tiene apariencia de abogado de éxito cuando en realidad cambió el nombre de la propiedad en Cadaqués para salvar su bufete. Julia es una madre que está amargada por su marido y por sus hijos que, aunque quiere mucho, confiesa que dejaría morir en el fuego del ejercicio. David, el personaje de Enric Auquer, es un treintañero mimado y narcisista que cambia de sueño cada semana. Por último, Emma Vilarasau interpreta a Montse (y gana un Premio Gaudí por ello), una matriarca que está dispuesta a sacrificar todo por su familia pero después no se sienta validada. Sus mentiras y su actitud tóxica que usa para acercarse a su familia es la que acaba siendo el motivo por el cual su familia no la soporta.

Llegamos al tercer acto con todas las relaciones familiares al borde a la ruptura después que Montse haya fingido la desaparición de los hijos de Julia, provocado la ruptura entre David y su novia y confesado que siempre ha sabido que la casa de Cadaqués estaba a nombre de su exmarido. Esta actitud aparta a toda su familia que decide irse, cada uno por separado.

En un final bastante esperado, la casa de Cadaqués prende fuego después que Montse haya tirado un cigarrillo dentro de una caja de mudanza. Los demás miembros de la familia, viendo el humo desde los coches, deciden dar media vuelta e ir a buscar a su madre. Todos reunidos delante de la casa en llamas, se abrazan y le dan un final coherente a la película.

No hace falta tener padres ricos ni una casa en Cadaqués para poder ver cualquier familia reflejada en estos arquetipos. Esta película clava a la perfección la típica familia catalana, en la que la madre ha dado todo por su familia pero que su actitud tóxica ha provocado que los hijos no la quieren ver; el padre que se mete en líos legales y económicos y los esconde hasta las últimas consecuencias; y unos hijos completamente disfuncionales que no soportan ni a los padres ni entre ellos.

Más allá de lograr una buena radiografía de la familia burguesa típica, también sirve de metáfora para la caída de esta pequeña realidad social. Este tipo de familia cada vez es menos frecuente y los hijos de estas familias muchas veces deciden ir por libre (como el caso del personaje d'Enric Auquer). Cadaqués es cada vez menos un refugio para familias adineradas y más un parque de atracciones para turistas. Casa en Flames marca la caída de la burguesía catalana que tan bien representa.

En definitiva, se puede decir que Dani de la Orden consigue hacer una fotografía casi perfecta a una familia disfuncional catalana (con casa en Cadaqués) con una gran madurez narrativa. Aunque vuelve a caer en un final previsible, no por ello es menos catártico en el que no solo se derrumba su familia y su casa, si no que marca el final también del mismo modelo de familia que plasma en la pantalla.

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